Sé hacer crema brulé,
pero soy incapaz de hacer un solo buen café. La taza a mi lado tiene un dulce petróleo
que instantáneamente me dio dolor de cabeza. Todavía, hoy es mi día y voy hacer
todo a mi manera. Con café malo, dentífrica en mi pijama y pastel en el fin de
la tarde. No, no es mi cumpleaños. ¿Pareció, vale? Pero no, no…es solo que
quiero vivir, solamente hoy, en mi ritmo (que no es el lento que todos piensan
cuando leen frases como esta). Es lo mío, aquel tiempo ignorado, aquello que
sufoco cuando tengo tres reportajes para entregar en el mismo día, aquello que acabo
donando a los otros y negando a mí. Sin una gota de generosidad.
Hoy, juré, juré que iba
despertar más temprano, trabajar un poco por la mañana para tener la tarde toda
libre, pasear y tomar un café en la libraría Cultura con montones de revistas
de moda-belleza, solo siendo mujercita por el mundo afora. Pero ahí que cerré
mis ojos de nuevo, después que él salió para trabajar, y dormí un sueño ligero,
confuso y fantasioso. Lleno de sueños en que dibujos animados charlaban conmigo.
Decidí dejar el mundo del lado de fuera, a fuera. Despiérteme tarde, recordándome
que semana que viene, en este mismo horario, esteré probablemente loca,
entrevistando algún médico de mala luna, y decidí no hacer nada por obligación. Cepillé cada diente de mi boca con total atención,
lavé las ropas y, mira, hasta sentí el olor del jabón que uso hace semanas.
Mi terapeuta
probablemente diría algo como “¿pero no hay como tener una vida feliz y atenta
mismo cuando estás trabajando? ¿Por qué son cosas excluyentes?”. Y yo, pobre
yo, respondería que “sí, hay como, pero solo se tu no fuera yo”. Don’t get me
wrong. Soy periodista típica, que se pune loca con las entrevistas, piensa que
no va entregar al tiempo, pero que después, se llena de orgullo con el
resultado en las revistas. Sí, es mi ritmo, negarlo solo me levaría a más diez
años de terapia. Lo que sucede es que quizás… tal vez, eso no me haga más
feliz. Y aquí cabe aquellas preguntas de autoayuda de libros de Martha Medeiros,
de banners de Facebook, de su madre por teléfono: ¿pero lo que es ser
verdaderamente feliz? Y mando todos a la mierda y digo que no hago la mínima,
pero que sé que no es eso que tengo ahora.
No me importas, no me importas,
encontraré. Y si todo salir equivocado, vendo lo que tengo, voy vivir en Pipa, envejecer
más rápido bajo del sol y mar. Qué bonito.
Aún acá, hoy no quiero
escuchar mi voz hablando. Quizás cantando. El café se enfrió. Méhhh, no se
puede querer todo en esta vida (mismo deseando). Pero, nena, este tipo de pensamiento
no te va a llevar a nadie, es una fábrica de frustración trabajando 24 horas
por día (Nosotros estamos a XXX días sin accidentes de trabajo”).
Tengo que me recordar
todos los días de que las cosas no necesitan ser excluyentes. Puedo jugar fuera,
pero también tengo mi derecho de hacer mi cabañita dentro de casa. Trabajar
como loca, pero vacacionar en la playa. “Negro y blanco combinan juntos y no necesariamente
son gris”, mi terapeuta dijo como quien hace una guiñadura, mirando mi ropa irónicamente
negro y blanca y con estrellas.
Aún no sé hacer café y
no entiendo dónde mis felicidades y aflicciones intercambianse o completanse. Pero
saber que es posible tener dos sentimientos contradictorios de una sola vez y
no volverme loca, ya me trae calma por hoy.
1 comentários:
Me gustó su postage en español. Me quedaré aqui esperando que vengan otros.
Postar um comentário